viernes, 8 de julio de 2022

EL GRAN ARBOL.

Un dia, el oso Yonyi y la conejita Tonfi caminaban por un sendero del bosque, cuando de pronto la conejita se percató que a un lado del camino había una pared de piedra y en ella una pequeña cueva con la entrada oculta por varios arbustos y ramas.

-Mira osito Yonyi, hay una cueva detrás de esos arbustos, ¡vamos a ver que hay adentro!

-Uhmm... bueno esta bien Tonfi, de todas formas, no creo que sea la casa de algún animal, la entrada se ve descuidada y ni siquiera tiene puerta.

Ambos se acercaron a la cueva y apartaron las ramas y arbustos que la ocultaban, se asomaron para ver que había en el interior y vieron que en realidad la cueva era muy espaciosa por lo que decidieron entrar en ella, el oso llevaba  en su cangurera una linterna, que saco para iluminar el espacio en el que estaban, vio un camino que avanzaba al interior de la cueva, ambos lo pensaron mucho, pero al final se pusieron de acuerdo en continuar explorando, avanzaron hasta que escucharon agua corriendo y se toparon con un riachuelo interno que era atravesado por un puente natural formado en la piedra, notaron que al otro lado, el camino se desviaba hacia la izquierda y al cruzar pudieron ver una tenue luz que venia del exterior.

-Hay luz aquí, seguramente la salida esta cerca- dijo el oso.

-Menos mal, estaba por decirte que nos regresáramos Yonyi, pero veamos entonces que hay del otro lado.

Avanzaron hasta llegar a una pequeña cuesta y al subirla pudieron ver la salida de la cueva, al salir, la claridad los cegó por un rato, pero luego se percataron de que se encontraban en un campo lleno de flores rojas y amarillas, aquel espacio era grande y redondo, pronto se dieron cuenta de que no había otra forma de llegar ahí o de salir más que por el camino de la cueva, pues el lugar se encontraba rodeado por muros naturales de piedra sobre las cuales crecía todo tipo de vegetación; aquel lugar se encontraba aislado y aparentaba no haber sido encontrado por nadie más hasta ese momento, y en medio de todo vieron que había un gran árbol mucho mas grande que cualquier otro árbol que habían visto hasta ese momento en el bosque, sus hojas eran de un color verde claro, con flores blancas similares a la manzanilla, y  daban la impresión de proyectar una luminosidad a su alrededor; el oso y la conejita se acercaron para ver el arbol de cerca, evidentemente era muy antiguo, mucho más que el viejo sauce que estaba junto al campo de zarzamoras; se llevaron una gran sorpresa al escuchar una voz que se dirigía a ellos.

-Hola, me alegra mucho verlos Tonfi y Yonyi, ustedes son las primeras visitas que recibo en muchísimos años.

-¡¿Quien ha hablado?! y ¿como sabes nuestros nombres?- dijo la conejita sorprendida.

-Soy yo, el árbol quien les habla, y conozco sus nombres porque sé todo sobre este bosque, los demás arboles me lo cuentan pues estoy conectado a ellos a través de mis raíces que recorren todo el bosque.

-¿Como te llamas? y ¿desde hace cuanto tiempo estas aquí? - pregunto el oso.

-Soy Yggdril, he estado aquí desde que todo inicio, crecí antes que cualquier otro árbol, mi presencia esta en cada rincón del bosque, conozco todos los secretos que guarda y también conozco a todos sus habitantes.

La presencia del árbol era imponente, pero al oso y a la conejita les parecía agradable y pacifica, por lo que se sentían interesados en saber mas de todo aquello que les estaba diciendo.

-Oye, ¿en serio nadie mas había venido aquí en muchos años?- pregunto el oso.

-La entrada de la cueva esta un poco oculta, pero un buen observador la puede encontrar fácilmente, ¿porque nadie había venido?- agrego la conejita Tonfi.

-La entrada de la cueva solo es visible si yo así lo deseo, la mayor parte del tiempo permanece cerrada, pero ustedes me agradan porque tienen un corazón muy bueno, así que decidí permitirles que entraran y que me encontraran, siempre es agradable platicar con alguien más, aparte de los arboles.

El resto del día, el oso y la conejita se quedaron con el Gran Árbol, este les contó historias de épocas antiguas del bosque; llego la noche y las luciérnagas se agrupaban entre sus hojas. 

-Oye, oso Yonyi, esto es muy emocionante, pero es tarde y tengo hambre -dijo la conejita.

-No te preocupes Tonfi, tengo ese problema cubierto dijo el oso, mientras sacaba un gran paquete de galletas de zanahoria de su cangurera.

Mientras comían las galletas le pidieron al gran árbol que les contara otra historia más. El gran árbol les contó la historia de un antiguo pueblo que habitó en el bosque, eran muy sabios e hicieron muchos descubrimientos antes de desaparecer.

Ya estaba muy avanzada la noche cuando el oso y la conejita sintieron que el sueño finalmente los invadía, se acostaron sobre la suave hierva que crecía bajo el gran árbol y este soltó sobre ellos una capa de sus hojas a manera de cobija para que no sintieran el frío de la madrugada. Se despertaron con los rayos del sol y la frescura de la mañana, y con sus energías totalmente repuestas se despidieron del gran árbol, que se había convertido en su nuevo amigo.

-Adiós, pequeños amigos, fue un gusto su visita, siempre que necesiten algo de mi, no duden en llamarme, recuerden que puedo escucharlos en cualquier parte del bosque.

El oso y la conejita regresaron por la cueva hacia el sendero, iban platicando entre ellos muy emocionados por lo que habían visto y escuchado; cuando llegaron al camino principal, se despidieron con un abrazo y cada quien regreso a su casa mientras se preguntaban que otras sorpresas les esperaban en el bosque.


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