martes, 5 de julio de 2022

LAS TIERRAS DEL SUR.

Era una mañana fresca y brillante y el Oso del Bosque (ahora conocido como Oso Yonyi), junto con la conejita Tonfi, habían planeado dar un paseo por el bosque, el oso hacía los últimos preparativos, se había puesto unas botas de explorador que a primera vista parecían muy pesadas, pero en realidad eran bastante cómodas para el pie de un oso; estaba buscando su sombrero cuando escucho que tocaron la puerta de su cueva.

-¡Toc Toc!

-¿Eres tu conejita Tonfi? - pregunto el oso.

-Si Oso Yonyi, soy yo, sal de tu cueva, ¡traje unos emparedados y fruta fresca para el paseo!

-Enseguida salgo conejita Tonfi, solamente estoy buscando mi sombrero.

Justo en ese momento el oso encontró su sombrero verde sobre un mueblecito de la sala, se lo puso, tomo una botella grande con agua, una cangurera en la que llevaba unos cacahuetes, caramelos y la llave de su cueva, entonces salió; la conejita Tonfi ya estaba lista para el viaje, traía unos zapatitos deportivos grises, un sombrerito rosado y su canasta de mimbre en la que llevaba varios emparedados y unas cuantas frutas para compartir con su amigo Yonyi, ademas de su botellita con agua y una pequeña manta de picnic.

-¿A que parte del bosque iremos oso Yonyi?- pregunto la conejita.

-Vamos al sur, es una zona muy bonita, mas que todo en esta época del año- le contesto el oso.

-Me parece bien, el sur es bonito, ya he estado ahí en alguna ocasión- contesto  la conejita.

Fue así que el oso y la conejita iniciaron su viaje hacia las tierras del sur. Aun era muy temprano y recorrían el camino principal del bosque que era ancho y resultaba agradable ya que estaba cubierto por arboles muy altos que crecían a ambos lados y proporcionaban su sombra todo el día; en el camino se encontraron con varios animales que iban y venían; unos mapaches en bicicleta que así como ellos habían salido a disfrutar del día, el doctor armadillo que iba a su consultorio, varios monos que trabajaban en una construcción cercana y se dirigían hacia ahí en ese momento, entre otros. Caminaron durante unos quince minutos y finalmente llegaron al desvío hacia las tierras del sur, en la primera parte del camino crecían muchos arbustos con diferentes tipos de bayas, las cuales iban probando una por una, hasta que llegaron a una pequeña quebrada en donde vieron a un grupo de ranas que practicaban sus cantos; al atravesar la quebrada se encontraron con una zona en donde crecían flores de todas la formas y colores, a la conejita le brillaron los ojos de emoción al ver esto, pues ella era una gran amante de las flores, se adelanto dando brincos para verlas de cerca, sentía sus aromas y estos le llenaban de alegría el corazón, ocasionalmente de algunas de aquellas flores salían abejas que saludaban a los viajeros; antes de dejar el campo de flores Tonfi corto algunas y con ellas confeccionó dos collares, uno para ella y otro para el oso Yonyi.

Cuando salieron del campo de flores era media mañana, y frente a ellos se extendía una pradera verde y despejada, a excepción de unos cuantos arboles solitarios; en ese momento ambos recordaron los emparedados por lo que improvisaron un pequeño picnic.

-Que rico ya quiero mis emparedados -dijo el oso.

-Espero que te gusten Yonyi, son de mantequilla de maní con mermelada de fresa- dijo la conejita.

-Mis favoritos- dijo el oso.

Así, comieron los emparedados con mucho apetito hasta que no quedo ninguno, a pesar de que Tonfi llevaba una buena cantidad de estos en su canasta, finalmente para completar el refrigerio tomaron las frutas, el oso Yonyi eligió una rebanada de sandía dulce y refrescante, mientras que la conejita Yonyi se comió una manzana y unas uvas muy jugosas, ambos tomaron agua de sus botellas y se quedaron a descansar a la sombra de un árbol; después de un buen rato continuaron su camino y luego de un corto tramo, vieron que la pradera descendía hacia una laguna que parecía un gran espejo rodeado de arboles en donde se reflejaban las nubes; el oso y la conejita aceleraron el paso para llegar, se quitaron los zapatos y chapotearon en el agua, el oso tiro su sombrero, las botas y cangurera a la orilla y se metió de lleno a nadar en las aguas frescas y poco profundas de aquella laguna, lo siguió la conejita y ambos nadaron y jugaron ahí toda la tarde.

Al regresar al camino central del bosque ambos se despidieron.

-Adiós osito Yonyi, este día fue espectacular, me encanta pasar tiempo contigo, me divierto mucho.

-Adiós conejita Tonfi, yo también disfruto mucho tu compañía, los emparedados estuvieron deliciosos, y el viaje maravilloso, espero verte pronto, cuídate.

La tarde estaba ya muy avanzada y cada quien regreso a su casa, con la promesa de volverse a ver pronto para otra aventura más en alguna otra región del bosque secreto.


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