Un día, mientras el oso se tomaba su café de la tarde, a la orilla del río apareció una conejita con una pequeña canasta de mimbre.
-Hola señor oso, soy la conejita Tonfi y ando buscando zarzamoras para hacer un rico pastel, ¿ha visto usted alguna zarzamora en esta parte del bosque?.
-Hola Tonfi, soy el Oso del Bosque y esta es mi cueva, pero aquí no crece ninguna zarzamora.
-¿Eh?... ¿Oso del Bosque? ¿en serio ese es tu nombre?.
-Si, siempre he tenido solo ese nombre.
-Eso me parece muy básico, yo te llamare Oso Yonyi.
-Bueno.
-¿y sabes donde puedo encontrar las zarzamoras, Oso Yonyi?.
-Las he visto crecer al otro lado del río, después de pasar por el viejo sauce.
-Nunca he ido a esa parte del bosque, ¿me podrías acompañar Oso Yonyi?.
-Esta bien conejita Tonfi, te acompañare, solo terminare con mi cafe, ¿quieres uno, o unas nueces?.
-Las conejitas no tomamos café, pero las nueces están bien.
-Muy bien toma todas las que quieras -dijo el oso.
Luego de que el oso se terminara su café y la conejita se comiera unas cuantas nueces; (no muchas porque quería dejar espacio para pastel), ambos partieron siguiendo el curso del río hasta llegar a un pequeño puente hecho de troncos caídos; ahí el señor castor y su familia estaban nadando, el oso los saludó pues eran vecinos y se llevaban muy bien; despues de eso, el oso y la conejita caminaron un buen rato por el bosque mientras iban platicando, la conejita le contó que vivía al otro lado del bosque, pero que su pasión por los pasteles la había llevado hasta ahí en busca de las zarzamoras.
Finalmente llegaron al viejo sauce y a su sombra vieron a un pequeño puerco espín que devoraba zarzamoras con tanto gusto que de solo verlo al oso le dio hambre.
-Mira, Tonfi, ya casi llegamos a las zarzamoras.
-Voy a llenar mi canastita para hacer muchos pasteles - dijo la conejita.
Dieron unos pasos más y al atravesar unos arbustos se encontraron con un campo repleto de zarzamoras; la conejita salto de alegría y empezó a llenar su canasta, lamentando no haber traído otra mas grande, habían zarzamoras moradas, rojas, grandes y pequeñas, el oso se dedico a comer todas las que pudo pues no solía ir muy seguido por ahí, pero las zarzamoras siempre caen bien.
Cuando la conejita Tonfi recolectó sus zarzamoras, ambos partieron de regreso a la cueva del Oso, estando ahí, empezó a caer la noche.
-Oye conejita -dijo el oso- está anocheciendo y el bosque puede ser peligroso en la oscuridad ¿por que no te quedas y hacemos aquí los pastelitos.
-Me parece muy bien -dijo la conejita- entonces ve y enciende tu horno.
Esa noche prepararon muchos pasteles de zarzamora, le llevaron algunos al señor castor y su familia y comieron hasta quedar repletos mientras platicaban y contaban cuentos tradicionales de todas las regiones del bosque.
A la mañana siguiente la conejita se fue a su casa.
-Adiós señor Oso Yonyi, me encantó conocerte, espero verte nuevamente pronto.
-Adiós conejita Tonfi, cuando tu quieras aquí estaré.
Y así fue como inicio una bonita amistad en el bosque secreto.
Me encanto! 💓
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